La adoración de la cruz gloriosa.
Estamos por
vivir el viernes Santo, la adoración de la cruz. La cruz que es el escándalo
para el hombre, para el mundo, que evita entrar al sufrimiento, uno de los
escrutes esenciales para la purificación, entrar a vivir como un hijo de Dios,
con la dignidad de persona, de ser humano.
La felicidad
no es la cantidad, el tener, el SER, va más allá de la propia razón, del
intelectualismo, de conceptos y definiciones creados por el propio hombre. Es poder entrar a vivir el servicio, el
donarse al prójimo, no como un derecho, no por una obligación, pero si por una
gracia.
La gracia de
amar al prójimo, el regocijo de servir, el reconocer que el otro es Cristo, que
necesita conocer el amor, palpar una palmada, oír una palabra. Es la esencia
para vivir la Pascua de resurrección, la fiesta de las fiestas, el pasar de la
muerte a la vida. Qué se puede cargar la cruz, la cruz de la salvación.
Una cruz es
un sufrimiento que, sin la gracia del Espíritu de Dios, es una carga, es el
miedo a la realidad de no enfrentar a la verdad, no enfrentar la realidad de la
identidad, los pilares fundamentales para poder entrar en el servicio,
experimentar el perdón. Pero el hombre no busca ganar una guerra con la
sabiduría de Dios, pero sí con la fuerza de la inteligencia, el poder, de ser
YO en primera persona, una guerra de poder sin el perdón, la revolución de
enfrentar al enemigo con la fuerza de un ejército guerrero.
Un ejército
de idolatría, el poder sin el poder de la humildad, sin el poder del amor. Se
enfrenta la concupiscencia del mundo, los placeres del consumismo, el miedo a
la muerte, frente al poder la cruz gloriosa, el poder de vencer a la muerte con
la obediencia, de cargar la cruz. Vivir el nuevo mandamiento de “Amaras a tú
prójimo como a ti mimo”
La adoración
de la cruz es que puedo cargar la cruz, no en las fuerzas de uno, pero sí en la
gracia del Espíritu de Dios, de entrar en la voluntad del padre. “El que no toma su cruz y me
sigue, no es digno de mí”, palabras de Jesucristo a sus
discípulos, que se cumple también en nosotros, porque estamos llamados a ser
discípulos, en libertad en el libre albedrío. Se puede vivir con un cáncer, se
puede vivir el sacramento del matrimonio hasta que la muerte nos separe, se
puede vivir en castidad sea como soltero o dentro del matrimonio, se puede
discernir un aparente bien, se puede amar al enemigo, se puede abrir la puerta
de servir al prójimo.
Un viernes de
vivir la pasión de Jesucristo, la muerte de cruz, la muerte de criminal, pero
no para quedarse en la muerte, para vivir la resurrección, vencer a la muerte,
el hombre queda libre, la libertad al pecado. Que el hombre no se quede en la
muerte con el “yo pecador”, “el acto de contrición”, de vivir la resurrección,
la fiesta de pasar de la muerte a la vida.
Un viernes de
adorar la cruz, de trasmitir la fe a los hijos. Que el demonio (la razón), te
juega con la adulación que tengo derecho, el derecho de volver a renacer. El
juego de la inteligencia, cuando la verdad de Dios es volver a renacer en
Espíritu, una nueva criatura, el hombre viejo muere en las aguas del bautismo,
para un hombre libre.
El hombre
libre puede adorar la cruz sin razonamientos, sin cuestionamientos del porque a
mí, libre, dejando atrás, dejando en el pasado, quedando el presente el hoy, la
cruz de la salvación.
Esto es el
viernes santo, de entrar a vivir la gracia del perdón, la salvación del hombre,
por el hijo de Dios, la libertad para la nueva levadura, de un Dios de amor,
misericordia, que se debe extender en la familia, trabajo, amigos. Que ha
llegado la salvación, ha llegado el momento de descansar en la palabra de Dios.
Un viernes
santo para salir de las tinieblas a la luz, a un nuevo camino, la nueva
alianza, escuchar el canto del gallo que anuncia que llega la luz, llega la
salvación, llega la resurrección. Una cruz que es cargada a cuestas, con la
ayuda de Jesucristo, el nuevo lenguaje de anunciar, ser un soldado con la
armadura de la palabra, una espada que traspasa al mal, para ser libres.
Un viernes
santo para expresar un SI, lo demás llega por añadidura. Pero el SI es tú
decisión.
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