viernes, 29 de septiembre de 2023

lunes, 25 de septiembre de 2023

 El silencio del hombre

 

La importancia del hombre que empiece a vivir el silencio, a vivir la paz espiritual, para poder vencer todos los miedos, todos los complejos, que son barreras a destruir, para dar un paso, caminar y dejar huella.

 

Por lo general nos quedamos en hacer bulla, generar un ruido, estruendos, como el mismo sonido de un cuete que anuncia que es la hora de una fiesta, la alegría pasajera sin sentido, sin un por qué, sin el sabor de vida. La concurrencia de voces sin ser escuchadas, pero de vivir el momento, la espontaneidad de alegrar el sufrimiento.

 

La realidad del hombre a no enfrentarse al miedo, de vivir el silencio, de encontrar la verdad. Por el mismo miedo que no querer ser lo que tiene que ser. Es decir, de vivir sabiendo que no está bien, que debe tomar una decisión, pero no la toma por ese inmenso miedo de lanzarse al vacío sin un porque, y, busca el culpable de los males, de la mala suerte. “Dios no existe”.

 

Llegan los problemas, las consecuencias, de no poder entrar a vivir el verdadero silencio, el silencio de la paz, el silencio de Dios, el silencio de escucharse a sí mismo, que soy una miseria, que necesitamos una fuerza externa, una mirada, una elección, y tú propio SI, para que pueda actuar Dios. Escuchar la voz del amado, la voz del padre, la misericordia al hijo prodigo.

 

Pero la terquedad del hombre en buscar la felicidad, lo que exige el mundo, las exigencias de la sociedad, de vivir el club de metáforas, el comité de lo irreal. De vivir los ruidos confusos de tú propia vida, de vivir lo cóncavo y convexo, la vida de político y a su vez la vida de una santidad sin Dios. Que nos es otra cosa de vivir los caprichos de la infelicidad, de no saber vivir el silencio, escuchar a Dios.

 

De vivir la felicidad de la razón, de la inteligencia que te hace creer que tienes sabiduría, cuando en la realidad es un silencio momentáneo de soberbia, de expresar desde el interior que eres superior al otro. Cuando el verdadero silencio te lleva a vivir para el otro a callar por amor, por misericordia.

 

La importancia de poder vivir el silencio, porque descubres que, en lo más profundo del ser, el hombre vive esclavo se su propia realidad, de su concupiscencia, de no mirar al frente, de mirar siempre al egocentrismo de una inteligencia artificial, de buscar culpables a todos los errores y caídas durante el caminar.

 

El silencio te desnuda de la soberbia, de la docilidad de caer ante una tentación, la debilidad a los placeres de la vida. Lo que da origen a la inseguridad y a su vez por el mismo miedo a la inseguridad el hombre busca el reconocimiento, el tener dinero y la fama. Pero trae un problema serio, que es la rivalidad de uno mismo.

 

Una rivalidad donde la razón te ataca con el pasado, el si hubiera hecho tal cosa, porque tome tal decisión. El Futuro, que será de mí, tendré éxito, y más cosas que el hombre es atacado por la mente, difícil de poder entrar a vivir un silencio.

 

Estos miedos de vivir el silencio, el hombre da saltos a la vida de forma insensata, que representa no tener un qué y por qué. Pero cuando ya tienes una experiencia de vivir el silencio, el dialogo con Dios, el hombre ya da un salto a la vida de una forma confiada, de saber el por qué, pero sin saber el cómo, que no es otra cosa romper paradigmas.  

 

Estamos llamados todos los días a emprender, romper esquemas y paradigmas, caso contrario entramos a vivir una vida de mendicidad, de ponerse la ropa de un mendigo, que le tenga pena, el pobrecito. Cuando el verdadero tesoro, el diamante está afuera, se lo busca y se lo encuentra en el silencio, solo a sola, Dios y Tú.

 

 Blaise Pascal ya lo decía "El hombre no es nada comparado con el infinito." "Todas las desgracias del hombre se derivan del hecho de no ser capaz de estar tranquilamente sentado y solo en una habitación."

 

El hombre sin Dios no es nada.

martes, 19 de septiembre de 2023

lunes, 18 de septiembre de 2023

 

¿Por qué, perder un amigo por una elección popular?

 

Pude escuchar, ver, la discusión de amigos, colegas, que discutían por una razón, una respuesta, que no cambiaría, más dividiría la amistad por defender la estructura de los movimientos o partidos políticos sin identidad, sin la razón de vivir

 

Por defender teorías, modelos económicos, que se aplicarían el momento que lleguen el poder. Para lo cual deben ganar una elección, enamorando un voto de la juventud y una población indecisa, que tienen que definir en su momento. Hoy se enfrenan el partido “A” y parido “B”.

  

Generar una división de amistad, de vivencias, por el apoyo al partido político “A” de trabajar silenciosamente en la oscuridad, la vida nocturna, de las pasiones, donde el hombre pierde la memoria por un juego de palabras, de una juventud sin sueños, de construir sobre la arena, cimientos que no soportan los huracanes y torbellinos de la razón, de las propias ambiciones, de un paraíso inexistente, por una inteligencia sin amor, la democracia del pueblo sin Dios se desvanece.

 

El otro partido político denominado “B”, que representa el poder que protege o destruye, enfocados en un socialismo, el bienestar social, donde los sueños se construyen sobre la tierra y arena, que se fragua, la alianza que dura mientras existe la euforia del poder, la euforia de cambios tenues, que las raíces no son profundas, que un fuerte huracán de traiciones, avaricias, la ira propia de la razón, los cimientos de la democracia, se viene abajo. El Dios inteligencia se esfuma por no saber amar.

 

Las familias, los amigos, se botan los dardos de tener la razón, que el partido Político “A” tiene la expectativa de contar con un patrón de conocimiento privado de generar empleo, reactivar la economía, generar inversión. Es como cocinar le mejor plato buffet, sin sabor, sin sal, no apetecible al paladar. El paladar del pueblo que necesita seguir teniendo una esperanza, la sabiduría de Dios.

 

También los dardos llegan para el partido Político “B”, su patrón lo es, ya lo hicimos, lo volveremos hacer, la experiencia del pasado proyectada al futuro. De nuevo la esperanza de un joven, de una familia puede ser vulnerada por no tener la sazón, el sabor que es la sal.

 

En definitiva, que hiere más, la daga o el puñal. Conceptos técnicos, definiciones, razonamientos fugases, que tienen sus propias conclusiones en relación directa de lo que se siembra para cosechar.

 

Es el peligro ¿qué siembro?, para que salgan los dardos de miseria o de sabiduría, depende de la estructura de la familia, de poder vivir la esencia de la palabra de Dios o dejo vivir la palabra de intelectualismo, de razonamiento. Los extremos que confunde a la juventud, porque mira a la experiencia ir durmiéndose en el ocaso de la vida por dejar morir el perdón, la idolatría a otros dioses, desplazándose a la sabiduría para dejar entrar las corrientes de las teorías de avanzar, avanzar ahora que tengo juventud, de aprovechar al tiempo.

 

De aquí nace todos los egoísmos de botarse los dardos, cual partido o movimiento político es el mejor y tiene que ganar por sus propuestas. Pero en esas propuestas no existe construir familia, existe la cosecha sin haber sembrado.

 

Queda el sabor amargo en el paladar, una tendencia política divida a dos amigos, a una familia, por seguir pensamientos de hombre, imaginando que la muerte está lejana, que, si está cerca, no me toca a mí, le toca al vecino, al otro.

 

Ignoramos que el verdadero éxito, se refleja en el perdón, en las setenta veces perdonar. La felicidad de dar, el servicio al prójimo no como una obligación, si como una deuda de amor.

 

Los dos partidos “A” y “B”, uno será el ganador. Vale la pena perder un amigo, destruir una familia, por defender fetichismos políticos, razonamientos populistas, el fantasma de la soledad que llega en su momento inoportuno.

 

Qué defiendes: Dios, amistad y familia, significa estar vivo.  

sábado, 9 de septiembre de 2023

 

Los fracasos del hombre por la razón

 

Hoy he podido escuchar que no tienen éxito, han fracasado, todo les ha salido mal, a pesar de tener los requerimientos del mercado, de la sociedad. Tener un título, conocimiento, volver a estudiar una maestría, un doctorado. El requisito esencial de la sociedad, el SER.

 

Preguntas que nacen, el monólogo, de hablar a solas, de preguntarse y contestarse. ¿Por qué me sale todo mal? Una pregunta que sale de los más profundo del alma, donde el Espíritu se ha entristecido. He fracasado, no sé, ¿qué hacer?      

 

Hay respuestas, cuando el hombre entra en la razón, un materialismo, un mercantilismo, de saciar el pan material, de no mirar más allá de nuestro entorno. Mirar al mercado que tiene necesidad y hambre de guerra, ira, de ser escuchado, sed de justicia. El hombre se prepara, estudia y busca experiencia para saciar al mercado, ser reconocido.

 

La realidad, la barrera que se encuentra el hombre, una pared que no puede ser derrumbada con la maquinaria pesadas de la ingeniería civil, de la arquitectura. Es la ciencia que se encuentra sola, solucionando a su manera, sin conectarse al sentimiento, al calor de la familia, de saber construir familia.

 

El divorcio entre el conocimiento, el saber, y la educación, familia. Se destruyen los sueños, la ilusión de saber vivir, de romper paradigmas, para volver a empezar. Qué hay espacio por conquistar, tiempo para invertir, empezar a caminar. Hay que quitar la cortina, el telón de tus fracasos, de las caídas dolorosas, de beber el brebaje amargo. Pero hay que correr la cortina de los miedos, volver a vivir, volver a sentir la alegría de haber llegado a la cima, al balcón del éxito.

 

Necesitamos ir mar a dentro, encontrarse con la soledad, la tristeza, la ira, la misma soberbia, que han nacido en el corazón, que te han encarcelado, prisionero de la razón, buscando el culpable de los fracasos, de las caídas. Hay que saber vivir en medio de los sufrimientos, el nuevo cambio, los nuevos vientos.

 

Este encuentro, solo a sola, el encuentro de lo íntimo, el escrute de las miserias, para poder escuchar la verdad, escuchar el canto de la vida. Es sumergirse mar a dentro con todo el peso de una cruz pesada, de no poder más. Despojarse de las miserias del mundo, que el mercado y la sociedad exigen para un triunfo precoz, efímero, sin vida. Despojarse del éxito de muerte.

 

Los nuevos vientos es reconocer que no eres nada, un pobre pajarillo débil, que quiso cantar con su razón, en medio de las tormentas del poder, de las injusticias. Vivir solo a solo, el despojo de las vestiduras de la amargura, para dejar que Dios entre en tú vida, escuchar la palabra de vida.

 

El nuevo éxito, ya no de mercado, de mundo, es con la reconciliación del conocimiento científico, lo académico con la educación de familia, la sabiduría. Ser uno solo, vida y ciencia, los nuevos retos por conquistar, de votar la red en tú propio mar.

 

 

La verdad es eso, es simple, es real, es vida, pero cuando ya estoy libre. Las palabras pronuncian los frutos de amor, de la misericordia, el amor al prójimo.

 

La simplicidad para llegar al éxito, sin barreras, libres como el viento, sin razonamientos lógicos, sin buscar un protagonismo, sin buscar el sueño americano, simplemente saber vivir.

 

El fracaso del hombre es perder la esperanza, dejar morir el Espíritu, entrar a la eutanasia de la tristeza para morir sin identidad, morir sin haber vivido y disfrutado de la vida.  La esperanza se la encuentras en Dios, darle el permiso para que pueda entrar.

 

El verdadero éxito es tener el discernimiento de un aparente bien, la sabiduría de Dios.  

lunes, 4 de septiembre de 2023

 

El hombre quiere ser feliz con metáforas

 

El hombre quiere ser feliz, busca los caminos, los busca, pero no puede llegar, porque el camino son nuestros propios pasos. Están ahí, que no se pueden ver, porque se los mira con la razón, de realizar caminos razonados, caminos de competencia, caminos de triunfo, con un intelectualismo de soledad y egoísmo.

 

El buscar la felicidad con la razón, te hace caminar sin dejar huella, porque se convierte en una preocupación injustificada, de imaginar y confirmar que una idea es real sin la ejecución de una decisión. Se crea la distancia entre la razón y el amor. Una brecha de no saber amar, de no vivir la sustancia del prójimo, quedarse en la vereda de una avenida, con una mirada de soledad y tristeza, con el engaño que falta poco por llegar a la felicidad.

 

Por la búsqueda de la felicidad el hombre siempre termina olvidándose de caminar hacia uno mismo, de llegarse a conocerse y saber ¿Quién soy yo? Se presenta un distanciamiento real del tiempo, de no vivir el hoy, el abrazo de familia, el abrazo de amigo, el abrazo de estar vivo.

 

Llega un momento, un instante, que la felicidad no la vives. Se lo ha buscado, como el juego de un niño, lo busco por los rincones, por el desván, siempre la búsqueda en los lugares oscuros, en los lugares estrechos, donde la inteligencia trabaja, mediante cálculos, la mercancía de la felicidad. Son los errores más grandes que comete el hombre en buscar la felicidad en: SER, RECONOCIDO, TENER.

 

El tren pasa, queda la locura de la razón, en la búsqueda de los porqués, las interrogantes que estoy haciendo, a donde me llevan todas las decisiones tomadas. Unas acertadas, otras con sufrimiento, con ira, simplemente de impotencia. Pero al final del día, siempre estará una palabra esperando ser escuchada, pero hay que vencer los miedos, para poder escuchar la palabra de Dios.

 

La felicidad no llega, si entran los miedos habitar en la casa interna del hombre. Dominan a la razón por el mismo hecho de querer encontrar una felicidad fácil, sin el esfuerzo de amar, dar, sin buscar recompensa, sin un protagonismo de hombre, de razón.

 

Hay que saber caminar, dar un paso con profundidad, en seguridad, en verdad, la huella que necesita el prójimo para empezar amar, Que son las reglas para encontrar la felicidad, la sencillez de estrechar la mano, dar paz, el reflejo de la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios.

 

No podemos comprar la felicidad, es un camino a uno mismo, de poder ver con los ojos del alma, de pintarse en el lienzo que la vida nos da. De poder entrar a la sencillez, a beber el agua del manantial de la vida, el manantial del propio ser, el manantial de la creación de Dios.

 

Nacemos para ser felices, nacemos para enfrentar las corrientes de las indiferencias de la propia vida. De enfrentar y guerrear con las armas de la sabiduría, de vivir para el otro, para la familia, para el prójimo.

 

La felicidad se construye todos los días, se complementa, se ama. Son las armonías que se presentan cuando se vive la realidad, se vive prójimo, se vive familia, se vive lo que se debe vivir en libertad.

 

La vida es felicidad, por lo tanto, no es un intelectualismo, no es riquezas, no es un tener, no es un acontecimiento, no es un objetivo o meta. La felicidad es la expresión que uno canta a la vida, desde el momento que uno se levanta hasta el instante de volver a dormir, el descanso de la razón.

 

Vuelvo a vivir, vuelvo a soñar, vuelvo a cantar, vuelvo a reír, vuelvo amar.  Felicidad soy YO.   

sábado, 2 de septiembre de 2023

 

¿Las nuevas oportunidades llegarán si verdaderamente lo deseas?

 

El hombre cuando nace, llega al mundo, tiene las mismas oportunidades, los mismos caminos por recorrer. La diferencia se da en la estructura de la familia, en la formación que recibe sobre la vida. ¿Quién es Dios en el camino del hombre? y su respectiva importancia para llegar a cumplir un sueño, una meta.

 

Durante el caminar quedan vacíos, se quedan los sueños, no por la culpa de Dios, pero sí, por su incapacidad de soñar, dejar que los miedos superen a la capacidad de tomar una decisión.

 

Los fracasos llegan, las derrotas, las caídas, por los huracanes, los temblores, los terremotos, que se presentan en el diario caminar. El levantarse, no rendirse, dependerá de la tenacidad para no quedarse en el suelo, ver el norte y dejar huella, acompañado de dos factores que marcan para toda la vida.

 

Un primer factor es sentirse vivo, sí, verdaderamente soy libre, tengo la capacidad de discernir un aparente bien, tomar una decisión, venciendo al miedo, sin sucumbir, con un pensamiento de libertador, enfrentando el hoy, viendo el hoy. Una libertad que tiene raíces para no vivir del pasado ni del futuro, simplemente hacer producir los talentos o fortalezas, que Dios da al hombre y son únicos.

 

El otro factor igual de importante para dejar huella y romper paradigmas, que cala en lo más profundo del ser, que es la encargada de correr la cortina de la vida, de mirar lo que se debe mirar, es saber ¿Quién son yo? Saber mi identidad, que será quien marque el camino a tomar, sin los miedos, de vencer a la razón, para crear los hábitos de: constancia, servicio, agradecimiento a Dios, construir familia, innovación y seguridad. Acompañado del conocimiento y sabiduría, la existencia de saber vivir dentro del entorno real, el lienzo, para expresar el triunfo, el éxito, con el verdadero pincel que es el pensamiento de un hombre libre.

 

La nueva pintura queda enmarcada con las partes sensoriales de un nuevo hombre, una santidad teológica que te deja vivir la resurrección real dentro del entorno social, dentro de la sociedad, el servicio al otro que necesita ver, necesita un colirio de amor, para ver un nuevo horizonte. Lo expresa el Santo Padre Francisco en una frase “No existe Santo sin pasado, ni existe pecador sin futuro y esperanza”

 

La realidad de un verdadero éxito se enmarca en salir de la oscuridad, soltarse de las cadenas de un pasado, de una historia que era una camisa de fuerza, donde la razón trabajaba sucumbiendo al hombre a vivir en el pasado a unos y a otros de vivir en el futuro. Ambos esclavos de sus propios miedos.

 

Pero existe la esperanza, un nuevo futuro sin tiempo de razonamientos, un futuro de vivir el hoy, de vivir intensamente la vida pintada con tu propia vida.  Existe el paraíso que necesita ser descubierta por tus nuevos sueños de saber esperar, de vivir la presencia del nuevo Espíritu.

 

Son los nuevos caminos, el nuevo hombre de emprender, de construir los caminos y los puentes que unen a la universidad de la vida con la universidad del conocimiento. El nuevo amanecer de todos los días, ya de hábitos esenciales para romper los esquemas del ayer, y vivir nuevos aires de familia, el nuevo toque de sal, para sazonar las nuevas decisiones y vencer el miedo.

 

Las oportunidades están ahí, escondidas entre las turbulencias de una sociedad, de un caos político, de una sociedad de manifestaciones, de ser escuchados, un eco que grita a los cuatro vientos.

 

Los nuevos caminos es no perder la esperanza, que toda tormenta tiene su fin, hay un nuevo amanecer con sus respectivas oportunidades.

 

Las nuevas oportunidades es una oxigenación, sin casualidades ni espontaneidad, son decisiones basadas en sabiduría, con nuevos retos.