domingo, 10 de abril de 2016

SE HA PERDIDO LA ESPERANZA



Mientras van pasando los días en nuestro país se avecinan ya las nuevas elecciones para un nuevo gobierno, se empiezan a mover  los movimientos políticos con el  fin de poder participar y llegar al poder político.
El pueblo, el hombre común, alimenta a su razón un pan de cada día de no creer en el mañana, de no esperar un nuevo día, de perder la esperanza.  Porque el canal de comunicación es una letanía de quejas, que se ha perdido la oportunidad de luchar por  un nuevo día.
Los ecos que llegan a los oídos son las lamentaciones de llorar, llorar sobre la  caída de los pilares de la esencia de un hombre luchador que se desploma por la falta de una palabra. SI SE PUEDE.
Lamentablemente la pelea del poder con la oposición es una palabra, que todo está mal. Si todo ha sido errado,  cavar la propia tumba y morir sin haber luchado, dejar como herencia falsas voces de susurro de lamentaciones que no hay un nuevo día. La nueva generación va a heredar eso, cimientos de una arquitectura dimensional sin presente, con una dimensión de  la historia y del futuro.
Lo más triste es eso, mirar a la nueva juventud vivir sin esperanza que hiere más que las medidas económicas de las reformas tributarias. Hiere más  el marketing agresivo de consumo que logra convertir en una necesidad lo irracional frente a un paro nacional. Hiere más la formación de utopías que destruye la familia como pilar fundamental al desarrollo frente a la enfermedad de un cáncer.
Nadie reacciona frente a este problema, porque interesa más lo tangible, la mercancía, el dinero para tener, la búsqueda insaciable del poder que mañana se esfuma dejando cicatrices con unos surcos de miedo, terror, soledad, etc. Perdiendo el norte y la esperanza que todos los días sale el sol.
La solución es buscar un nuevo liderazgo, para llegar al poder político. Pero en esa carrera,  de nuevo, los canales de comunicación son de lamentaciones, de culpables, de ironías, de ofrecimientos y demagogias que abren los abanicos para el juego del voto popular, por una migaja, por una obra de cemento, por un empleo.  Se convierte el hombre en una mercancía, un valor y pierde su capacidad de un hombre pensante con raciocinio, perdiendo su esperanza,  de luchar, de llevar el pan con el sudor de la frente.
De vivir culpando al otro, de lo que me hizo y de lo que me va hacer. A la defensiva, naciendo el individualismo acompañado con el egoísmo de ser Yo en primera persona, Yo en segunda persona, Yo en tercera persona. El otro se convierte en un lacayo, sin pensar, ni hablar, solamente actuar.  Vivir en la mendicidad de la autoestima, sin amor, perdiendo la identidad de hombre.
  
Se ha perdido la esperanza, que la vida es de luchar todos los días, que es mejor morir luchando a dejar que pasar el tiempo con lamentaciones. Que hubiera pasado si los sobrevivientes de los Andes hubieran perdido la esperanza. No habría historia que el sol sale todos los días, que el hoy distinto al mañana. 

Es la triste realidad, al empezar el nuevo día, los labios pronuncias una lamentación, mejor estuvimos ayer, que será mañana.   Se ha perdido la esperanza.