La historia sigue buscando
culpables frente a los actores principales que hicieron el protagonismo de una
realidad coherente a sus necesidades, de saciar los deseos de llegar a la cima
del poder político, convirtiéndose en el rey de la verdad para instaurar el
holocausto económico, de destruir al prójimo con las medidas de mercado. La
competencia desleal pero cobijada moralmente con las leyes del poder legislativo.
Las incoherencias de crear leyes para beneficiar a la misma ley, del vacío
dejado por los honorables de la patria que
en su momento olvidaron ejecutar por la demagogia del momento, en buscar las soluciones del auge político.
Al final del día, el propio eco realiza el juego de la ruleta
rusa, de sobrevivir con la inteligencia política de los grandes amarres
políticos sin ideología, defendiendo el bienestar personal de un nuevo rico,
sin el sudor de la frente, pero si con la codicia de sudar sangre por el miedo al
juego de la ruleta, que el tiro se vuelva contra sí mismo.
Una realidad del momento que vive
un político, el momento esporádico, el momento probabilísticos, el momento de cálculos, llevados a
realidades sin verdad, sin identidad, solamente con la mentira de una quimera,
que el cuento se alarga para vivir la
telenovela de la cenicienta, la falsedad de un amor de políticos.