Con la nueva ley del incremento
del Impuesto al valor agregado (IVA) de
dos puntos, ha nacido la guerra de la razón, en defensa del pueblo indefenso
que no puede defenderse. Considerándolo al Ciudadano como un niño, que empieza a dar sus primeros pininos, que se cae y levanta con el apoyo de la madre.
Tener ese concepto de un pueblo, es
que estamos viviendo en una sociedad con un intelectualismo infantil, de mirar el desarrollo en función del otro, lo
que al otro le interese y deje caer una migaja de vanidad de poder.
Nace una demagogia de defender el
interés propio con los guardaespaldas del pueblo, que tiene una esperanza, pero que muere en el momento
que se disparan las ráfagas de palabras, ante los escenarios del pulpito del poder,
para ganar poder. Utilizar el sabor
amargo del momento, de la coyuntura, del susto, del infarto, la tensión, de la
noticia para construir las funerarias y vivir las noches, acompañando al dolor
de una muerte sin enfermedad, más bien la muerte de la esperanza, para enterrar en el
cementerio del olvido, que una vez existió
el hombre con su identidad y raciocinio para construir el progreso.
El velorio de pagar el impuesto
del IVA ya del 14%, dando las condolencias. Ser fuertes pero sin un mañana, ser
fuertes pero viviendo espejismos, ser fuertes pero mañana salir a destruir el
eco de la nueva ley, así a vivir las letanías de las lamentaciones, pero ser
fuertes.
El acompañamiento al dolor se
convierte en la reunión de las ideologías, para seguir atizando el fuego de la
ira, la incomprensión. Hay que defender a la viuda, que se queda,
indefensa con niños de pecho, el pueblo
sin poder satisfacer las necesidades básicas.
Me pregunto el pueblo necesita de
estos defensores, convirtiéndose en abogados sin haberse formado en la universidad
del saber, con los criterios del conocimiento del saber, para un desarrollo y crecimiento de un pueblo
luchador, que día a día le abre una brecha al tiempo, dejando los surcos de
juventud con experiencia, donde el eco hace vibrar para atraer la lluvia, el
abono, para una generación de éxito, de luchar, para construir en la roca.
Pero de tanto martillar, el dolor,
la inmadurez de una ley, que se convirtió
en la muerte, creando un pesimismo estéril, de mirarse el obligo y quedarse
ahí, recibiendo condolencias de ser fuertes sin mirar al frente, un pesimismo estéril