FELIZ NAVIDAD
Para el cristiano ha nacido el
Hijo de Dios, como lo anuncio el profeta Isaías, Emanuel, Dios con nosotros. Ha
nacido para morir por amor, que el hombre sea libre, el nuevo éxodo de una
conversión, tener vida eterna. El plan de salvación del Padre para la
humanidad, de enviar a su Hijo y nazca del seno de la Virgen María.
Pero la pregunta real del hombre ¿Qué
es Navidad?, ¿Por qué el festejo, los regalos? Lo mínimo que podemos tener claro
para trasmitir a las nuevas generaciones, nuestros hijos, nietos, etc. Dios es
amor, lo demuestro en hechos o simplemente es una palabra de oídas, que puede ser
o no puede ser, de vivir la tibies, de no en encontrar la puerta de la vida, poder
pasar a la otra orilla.
La gran tristeza de no tener la
experiencia de vivir el amor, el amor sin condicionamientos, libre como el
mismo viento, libre como el caudal del agua cristalina que riega la tierra para
dar su fruto, libre como el cantar de las aves, libre como la sabiduría.
Desconocer el amor es vivir por vivir, como la costumbre de cenar, entregar los
regalos, conversar y quedarse en el cuchicheo de la farándula, política, religión,
etc., sin buscar la verdad.
Si no tengo amor, que puedo decir
de la Navidad. Se convierte en un comercio, el negocio, el regalo como una obligación,
desaparece el amor al prójimo. La ignorancia es tan grande que se negocia el
amor, el afecto por un regalo, un dulce, que desaparece el momento que se desvanece
el sabor en el paladar, y de nuevo todo sigue igual, la pobreza espiritual.
El regalar no está mal, más bien
es un acto de caridad. Se convierte en un problema social cuando soy cómplice
del negocio, sin dar el sentido de la Navidad, como prescriben los mandamientos
principales “Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente; un segundo Amarás
a tu prójimo como a ti mismo”. ¿Qué regalo doy? Se da, lo que llevo en
el corazón, lo que me trasmitieron mis padres, lo que se aprende en casa como
familia cristiana, de temor a Dios.
Un temor de Dios que se refleja
en una idolatría, de perder el Espíritu de sabiduría e inteligencia, de vivir
con la inteligencia de Hombre, sin discernimiento y libre albedrío. Vivir la
mafia del consumismo, donde los labios pronuncian que creo en Dios, creo en la
Navidad, pero los hechos dicen lo contrario, el corazón se ha desviado tiempo atrás
a los placeres del mundo, al poder del mercantilismo, que todo se mueve con
dinero.
Las contradicciones de la
familia, que ha perdido su rol de transmitir la FE, trasmitir el amor,
trasmitir la historia de salvación de Dios para el hombre. Se ha impregnado el ateísmo,
de SER. Ser el mejor estudiante, tener las mejores calificaciones, se merece el
regalo. Ser el mejor empleado, la responsabilidad social del merecimiento,
subir de escalafón. Siempre la búsqueda del merecimiento, de alago, permitiendo
que se esfumara la responsabilidad de hombre, la responsabilidad de Padre, la responsabilidad
de enseñar y trasmitir la Navidad.
El nuevo rol de la familia se ha
quedado en la teoría, en el CUMPLIMIENTO, cumplo y miento. Expresar Feliz Navidad,
pero con el miedo inminente de ser semilla, miedo de ser río, miedo ser hijo de
Dios. Ser semilla que tiene que morir en la tierra para que pueda nacer una
planta: Ser rio que pierde su libertad para regar la semilla. Ser hijo de Dios
de proclamar que Dios es Padre y que provee a sus hijos.
El hombre ha perdido el norte, no
ha podido ver la estrella de Belén, la luz brillante que indica el lugar donde
ha nacido del Hijo de Dios. Ha nacido en tú casa, en el pesebre de tú corazón.
Con todo el cansancio, los
movimientos de las compras, has podido comprar el verdadero regalo de Navidad,
que alguien está esperando, que golpees la puerta, que lo busques. Está ahí, en
el prójimo.
Feliz Navidad.