El sufrimiento del
hombre frente a la verdad
Estamos viviendo una realidad, una vivencia, que el hombre vive sin Dios, ha perdido el norte, para vivir su razón, su soledad, sus tristezas.
El hombre desde que nace, va tomando conciencia, empieza a
vivir las concupiscencias de la vida, dónde unos se salvarán, otros entrarán en
los agujeros negros, propios de los placeres, los juegos de azar, que
experimenta el dolor del hombre sin Dios. Empieza a vivir el silencio de la
verdad, el silencio de la sabiduría, el silencio de Dios.
El hombre se empecina en querer ser Dios, perdiendo la
esencia del verdadero sabor de la vida, el sabor de ser una creatura de Dios,
pierde la mirada del alma, la mirada del amor y verdad.
Cómo pierde la conciencia del sabor. ¿Quién soy yo?, la
identidad de persona, no puede visualizar las necesidades reales de las
familias, de emprender, caminar al norte, beber el agua de la vida. Se trunca
el sueño, busca culpables, la razón de esclavizar a la inteligencia prematura.
Pero siempre hay un final, un fin al sufrimiento sin Dios, la verdad, la buena noticia. "Dios ha vencido a la muerte", vence a la estupidez de la razón, el hombre es libre, libre para amar, libre para vencer los miedos, libre para topar a Dios, llega la salvación a la casa, la gran fiesta.
El hombre recupera la identidad, se vuelve a Dios, tiene ya
una lección, para contar a los suyos, al mundo externo. "El hombre sin
Dios", vive las tinieblas, vive la soledad fría, el sin sabor de la vida.
Pero la vida es sabor y la pone el hombre libre, la pizca de sal, muere para
dar sabor.
Se vive la victoria de un hombre libre, de haber pasado a la
otra orilla, de la muerte a la resurrección, la libertad, el libre albedrío, libre
a las
seducciones de los placeres de la vida, como la sexualidad
desordenada, no vivirla como una bendición de ser unitiva y procreativa, de
vida y amor, la vida matrimonial, conyugal. La esencia, los pilares de una
sociedad en desarrollo, venciendo día a día, las adversidades y sufrimientos da
cada día.
Esta libertad se la vive, cuando se entra en la recta del
amor, dónde el egocentrismo deja ser una idolatría, el Dios de la verdad, para
abrazar al prójimo, abrazar a Dios, vivir la esencia de compartir, servir. Ser uno mismo, la creación de Dios en amor y
espíritu de sabiduría.
El hombre sufre, porque quiere vivir en su verdad, ser Yo. La vida no es ser Yo, es dar, es compartir, ser prójimo. La vida es vida cuando se pasa del miedo al amor, de beber el agua viva, Jesucristo Resucitado.
Quieres ser feliz. Hay que amar a los tuyos, al prójimo, tu propia familia (esposa e hijos). El amor lo vence tofo. Tú decides