lunes, 22 de abril de 2019

La Pascua de Resurrección


Hemos celebrado la fiesta más grande del  Cristianismo, la liberación del hombre, de la esclavitud que ha vivido por años, buscando la libertad  para ser feliz. En el libre albedrío de pronunciar amen, o simplemente dejar pasar por el miedo de experimentar el amor de  Dios.

Por lo general el hombre se queda en el  viernes santo, en la muerte de Jesucristo, encerrado  en el sufrimiento. Pero Jesucristo viene al mundo a vencer la muerte, darnos la libertad, una esclavitud que ha mantenido al hombre sumiso en su propia realidad, de no mirar al frente, viviendo en el pasado, con las letanías de la mala suerte, en la jaula de su propio Yo.

Es la gran diferencia entre la verdad y la razón inteligencia de hombre que crea una barrera, de lo que es el milagro espiritual, y la muerte òntica, que no permite ver la gloria de Dios, la resurrección del hombre viejo al nuevo hombre nacido de Espíritu.     
    
Para lo cual el hombre utiliza la lógica, el razonamiento de forma coherente, basado en sí mismo. Por ejemplo caminar un kilómetro y llego a la meta, sin deducir que la vida nos viene de Dios.  Premisas que abren la puerta a los conceptos de la inteligencia para justificar el  envejecimiento de sí mismo.

En la razón Jesucristo sigue crucificado, en la muerte, sin la potestad de poder resucitar, de quitar la piedra. Se queda en la mía culpa, el yo pecador, las diez aves marías, un padre nuestro.  Cuándo la realidad es otra, que Dios nos regala el espíritu de Resurrección, a través de su hijo que desciende a la fosa de la muerte, la fetidez humana, para salir victorioso, a la nueva creación.

Es la gran noche que se ha vivido, la  noticia de la nueva creación.  Que se puede amar en la dimensión del sufrimiento real del hombre.

lunes, 15 de abril de 2019

El éxito de saber escuchar?

Hemos vivido el domingo de Ramos, la entrada de Jesús a  Jerusalén, donde lo proclaman Rey,   a la semana  humillado, condenado a morir una muerte de cruz, como el peor malhechor de la historia. Lo importante de este acontecimiento la obediencia del Hijo al Padre,  de salvar al hombre de  la esclavitud,  de su  ignorancia, cerrados a su propio escándalo, de no saber amar y alienarse en la razón de hacer el mal. 

El mal nace al no saber escuchar, no respetar, o reconocer la esencia del amor, como el engranaje de la vida, en la sumisión de un solo Dios sin dogmatismo, basado en la humildad del amor al prójimo.  Han pasado dos mil años, el hombre sigue buscando la causa del sufrimiento, al no encontrar respuesta, busca un culpable que recae en el más débil, en el inocente.

Cuando muere el inocente, e invade la tristeza que se arraiga en  la profundidad del propio ser,  donde el alma muere y el Espíritu envejece, callando en el silencio de la oscuridad  de los  gritos del inocente, que el hombre no escucha, oye el susurro de la vanidad, el poder de someter, con el dolor del poder que destila odio e ira por dominar la razón como edicto real.  

La realidad que vivimos, siglo veinte y uno, que seguimos en el irrespeto a la lógica de la vida, dejando morir la familia, por el gran escándalo de ser sumiso ante la palabra que tiene poder para cambiar. Salen falsos profetas con profecías de muerte a la vida, los derechos que encarcelan a su propia lucha por no saber escuchar y ver en la profundidad de la creación de Dios, el edén de la vida. 

La importancia de respetarse uno mismo, para ser sumiso, saber escuchar la existencia de la vida y ser libres  en la verdad 

domingo, 14 de abril de 2019

Saber llegar a la cima


El hombre tiene una lucha incesante de buscar siempre la felicidad, se plantea todos los días objetivos, que tiene que ser así. Pero qué pasa cuando has llegado a la cima?, en que se transforma la nueva etapa de convivencia.

Se presenta el choque de las palabras del ayer y del hoy, la decisión a tomar, dar un nuevo paso, en función de  los  resultados de haber llegado a la cima. El camino de la felicidad, pero invade el rocío  del miedo, que el sabor dulce de haber llegado a la meta no se desvanezca en el paladar, pero la vida tiene el orden de mirar el norte, el hombre en la angustia mira al sur, a la historia, atrás, y  la felicidad se esfumo.

Donde quedaron los sueños y el esfuerzo de llegar a la meta, si no estamos preparados para conocer que es el amor, el compañero fiel en el caminar diario, pero invisible ante la mirada del hombre, preocupado por ver lo tangible, buscando el tesoro que se corroe en el tiempo, para recoger en la cima, las fatigas del cansancio exhausto.

Cuando el hombre se ha llenado de sabiduría puede concluir que la vida es vanidad de vanidades, que la verdadera felicidad es saber amar, que no se puede comprar con dinero, pero si, con el gesto de estrechar la mano al prójimo, al cristo viviente. Que el verdadero éxito, es llegar a la cima, caminando con amor, en la libertad, sin el miedo del fracaso, sin el miedo de la traición, simplemente viviendo la unidad y el amor.

Palabras que no se entiende con la razón ni la inteligencia, ni tampoco hay definiciones, pero si  el hombre se clausura en su propio ego, de no vivir el día a día, termina llegando a la cima, con los miedos de volver a la pobreza sin saborear la felicidad.

El camino de la Vida

Para nacer hay una fecha segura, dando el primer grito a la vida, el grito de la seguridad a lo desconocido. El cambio rotundo de aprender todos  los días, desde saber pronunciar las  primeras palabras, el lenguaje de comunicación. El camino de: bebé, niño, adolecente, adulto y vejez. La verdad, que es frágil al pensamiento de los conceptos,  que  marcan huellas, de respecto a la ignorancia, de un deseo material insaciable, que cala en la identidad del hombre.  

Entre los dos puntos nacer y morir, no hay una ciencia, un manual a seguir, para gritar en el monte más alto de la vida, eureka, la epifanía de la salvación bajo inteligencia razonable. Discrepancias que enloquecen al hombre frente al dolor, a la pérdida de un ser querido o al mismo cáncer, una alerta amarilla que la muerte está en el umbral de la puerta.

Los miedos que abren la cortina de caminos escabrosos de la vida, apoyados ante el antagonismo  de escribir en la propia historia sin valor agregado, cubierto por el orgullo,  escondido de la falsa  piedad y humildad por llegar a la meta sin medalla. La tristeza crea las olas para ahogar a la verdad y morir, porque toca morir.

No debe ser así, el hombre tiene una misión, ser la luz para el prójimo, el faro de los navegantes de ilusiones, que guiara el rumbo luego de un oleaje de  tristezas, para caminar por la paz espiritual, donde no entra el mercantilismo de las ideas, pero si el amor, el amor de servir,  el amor de vivir, el camino de hacer la voluntad de Dios.

No perder la alegría en el camino de la vida,  estar conscientes que somos  de tránsito,  ser arquitectos de nuestro camino, de construir familia sobre la roca,  en la roca de la humildad, para saber morir para volver al origen, al descanso eterno