lunes, 23 de mayo de 2016

El incremento del IVA y sus secuelas



Con la nueva ley del incremento del Impuesto al valor agregado (IVA)  de dos puntos, ha nacido la guerra de la razón, en defensa del pueblo indefenso que no puede defenderse. Considerándolo al Ciudadano como un niño,  que empieza a dar sus primeros pininos,  que se cae y  levanta con el apoyo de la madre.
Tener ese concepto de un pueblo, es que estamos viviendo en una sociedad con un intelectualismo infantil,  de mirar el desarrollo en función del otro, lo que al otro le interese y deje caer una migaja de  vanidad de poder. 

Nace una demagogia de defender el interés propio con los guardaespaldas del pueblo,  que tiene una esperanza, pero que muere en el momento que se disparan las ráfagas de palabras,  ante los escenarios del pulpito del poder, para ganar poder.  Utilizar el sabor amargo del momento, de la coyuntura, del susto, del infarto, la tensión, de la noticia para construir las funerarias y vivir las noches, acompañando al dolor de una muerte sin enfermedad, más bien   la muerte de la esperanza, para enterrar en el cementerio del olvido,  que una vez existió el hombre con su identidad y raciocinio para construir el progreso.

El velorio de pagar el impuesto del IVA ya del 14%, dando las condolencias. Ser fuertes pero sin un mañana, ser fuertes pero viviendo espejismos, ser fuertes pero mañana salir a destruir el eco de la nueva ley, así a vivir las letanías de las lamentaciones, pero ser fuertes.

El acompañamiento al dolor se convierte en la reunión de las ideologías, para seguir atizando el fuego de la ira, la incomprensión. Hay que defender a la viuda,  que  se queda,  indefensa con niños de pecho, el pueblo sin poder satisfacer las necesidades básicas. 

Me pregunto el pueblo necesita de estos defensores, convirtiéndose en abogados sin haberse formado en la universidad del saber, con los criterios del conocimiento del saber,  para un desarrollo y crecimiento de un pueblo luchador, que día a día le abre una brecha al tiempo, dejando los surcos de juventud con experiencia, donde el eco hace vibrar para atraer la lluvia, el abono, para una generación de éxito, de luchar, para construir en la roca.      
   
Pero de tanto martillar, el dolor, la inmadurez de  una ley, que se convirtió en la muerte, creando un pesimismo estéril, de mirarse el obligo y quedarse ahí, recibiendo condolencias de ser fuertes sin mirar al frente, un pesimismo estéril

lunes, 9 de mayo de 2016

La ley y la informalidad de una economía popular.



Cuando la razón trabaja con dos verdades, se presenta el choque de buscar una sola verdad,  en la razón de la ley.  La ley es para ejecutarla en beneficio de un colectivo social,  para el desarrollo de una sociedad.

Hasta ahí, todo bien,  porque se necesita un órgano regulador para la aplicación de la ley. Pero qué pasa,  cuando el hombre y la sociedad no la tiene bien claro la acción de la ley y su consecuencia de la misma dentro del entorno social y familiar.

 Sin la ley que regula, la sociedad sería un caos, una tierra de nadie, de vivir un canibalismo de la fuerza en función de un caciquismo,  sin el ordenamiento territorial, más bien de un expansionismo,  como fundadores de una nueva identidad cultural.

Es lo que experimentado en las ferias libres, el seguimiento de la ley a la informalidad de una economía popular.  La ley dice tener la carne en refrigeración para prevalecer el bienestar en el consumo y no se presente casos mayores de salud.  Pero la informalidad hace lo contrario a la ley con el fin de lograr un consumo sin normas establecidas a la salud humana.

La informalidad lo hacemos,  los ofertantes y demandantes, olvidándonos del principio de la ley en prevalecer el bienestar,  se dan las carreras de la ley sancionadora a los alimentos que  no cumplen los parámetros estipulados.  La pierna de carne de chancho al hombro de su dueño, que  se escabullen como una hormiga para no ser visto por la ley, en este caso la Policía Municipal.

La Policía Municipal cumple su rol,  de hacer cumplir la ley, al otro lado está el pueblo que tiene que cumplir la Ley. Nacen los conceptos, definiciones, epítetos  de adjetivos de ofender a la ley,  y,  la ley utiliza su autoridad como tal.  Un choque del sustantivo con su adjetivo hiriente, con la razón de la ley. 

Cuando la ira se olvida de la ley, se convierte en el canibalismo de ser la ley, sin el equilibrio del raciocinio,  para evadir la ley sin importar la consecuencia. Quien es el culpable?.  La razón trabaja en dos verdades de espejismos: Él tiene  yo no tengo, no sabe lo que es trabajar, la ignorancia puede más que la inteligencia, etc. 
Es una repetición continua marcando un territorio de una guerra, calle arriba, calle abajo, una venta al apuro, mirando a los cuatro vientos, de repente se escucha un eco, ahí vienen, cuidado. De nuevo la marcha olímpica, el trote de escabullirse,  esfumarse para que la ley se ejecute y hayan lamentaciones. 

Mientras exista la oferta y la demanda, la comodidad, el apuro de ganarle al tiempo, de buscar el regateo, etc,  habrá la marcha olímpica, de una verdad a medias,  que necesito trabajar. Pero la ley está ahí,  y el poder verdadero,  está en función de quien está al frente.     
    

domingo, 1 de mayo de 2016

El amor en la vida del Hombre



La vida siempre nos trae sorpresas que el hombre no está preparado para enfrentarlas, porque se olvida de la esencia misma que es el origen.  El origen de la vida del hombre es el amor, cuatro letras que encierran la felicidad absoluta,  pero no la podemos sentir, palpar, vivirla,  por que dejamos de mirar al frente, para mirar el pasado o el futuro.

Por eso durante el caminar no vivimos el hoy, como la esencia de amor que traspasa las barreras de la razón para acoger y dar vida. El egoísmo que cala en la profundidad  del ser, sepulta al amor y se busca un culpable de los acontecimientos que saben,  a   amargura como la hiel de los sabores de los fracasos.

Estos son las sorpresas que nos trae la vida, el caminar sobre el fango de la idolatría, de ser el primero sin importar el otro, sin importar el amor. Nace el individualismo para sumergirse en el perímetro del YO para ganarle al tiempo en medio de una soledad solitaria sin comunicación y sin amor.

Ante todo esto hay un culpable, que la razón convierte, una mentira en una verdad, volviéndose el hombre esclavo de  la verdad de una mentira para nadar  en un mar, lleno de escombros,  de resentimientos para entrar en un eutanasia larga de morir sin  morir para, ahogarse en los conceptos creados,  en esa batalla de querer ganarle al tiempo.

Los culpables son los otros, el aguijón para el fracaso desde la óptica, de lo convexo del espejo de la vida. Mis padres, el vecino, el gobierno, la estructura política son los que no me han dejado triunfar, cuando la verdadera verdad,  es que el otro,  es la oportunidad para el triunfo. Que esa estructura política, ese trabajo, esa familia son los bosques espesos a los que hay que abrir una trocha,  para llegar a beber el agua cristalina que está al otro lado.  

Para llegar al otro lado esta el esfuerzo, el sufrimiento, la constancia, la fortaleza, la paciencia, la humildad, que se la obtiene apoyados en Dios. Que el amor es eso, de morir uno para que el otro sea feliz. Se presenta una ambivalencia pero es la verdad como la madre muere a los dolores de parto para que nazca una vida, un amor de un sufrimiento, un dolor, un miedo, pero al final pasó al otro lado, para escuchar el primer grito de una nueva vida, el eco de una esperanza.

Es el estado de gracia que Dios regala a cada hombre, a cada ser humano, una primogenitura que no se la da valor, pisoteada y vendida por los placeres  de palabras sin eco y sin definiciones, mudas, encerradas que llevan al hombre al suicidio de la vida, de ver todo tinieblas, buscando al culpable y luego terminar con la vida tangible de hombre.

El hombre ha caído a ser esclavo de su propia conquista, desconociendo que existe la palabra AMOR, que nació por amor de su madre que permitió que naciera, pero la ceguera de  las concupiscencias puede más.
Pero siempre hay una luz a la cual estamos llamados, de levantarse de mil caídas, a poder pasar al otro lado, el construir con los cimientos del Espíritu de Dios que es amor. Que se lo encuentra caminando por aquellos caminos de herradura que se convierten en panamericanas, para llegar al cielo,  al verdadero amor. Dios.