LA IDOLATRÍA DEL HOMBRE.
El hombre es creado a imagen de Dios, una naturaleza de
inteligencia, voluntad y libertad. Qué ha permitido al hombre vivir bajo
experiencias de luchar, sobrevivir y enfrentar los nuevos retos que trae
consigo para crecer
Pasos que ha ido dando, con firmeza, con miedo, indecisiones,
o simplemente por impulsos que tocan dar en su momento. Han permitido al hombre
ir creando su estructura de vivir y llevar el pan a su casa.
Pero la insatisfacción de llegar a saciar la angustia de su
ser, se desquebraja la autenticidad de la creación de Dios, en lo relacionado a
la parte mental, moral y social.
La inteligencia y sabiduría es elemental en la sociedad, para
crear y dar un servicio a la humanidad, basado en el amor, como Padre e hijo,
la trasmisión de la fe por hechos.
Motivo por el cual la moral en el hombre es la impronta en su
actuar diario en justicia e inocencia, de no hacer daño, de prevalecer la
intuición y no la razón.
Permite que el hombre viva en sociedad, este rodeado con sus
semejantes y trasmitir sus pensamientos, el dolor ante cualquier acontecimiento.
El hombre no puede estar solo, se forma el matrimonio para construir familia.
La realidad que el hombre siempre vivirá en un constante éxodo,
en movimiento para entrar al desierto, a la precariedad, la
carencia de pan, agua y amparo (seguridad). Se genera el poder, la idolatría
por acaparar, la gula de ansiar y dejar a su prójimo en la intemperie.
Hablar de idolatría es una profundidad dentro del ser del
hombre, porque su razón le convierte en Dios, por el mismo miedo de vivir un
desierto, olvidándose que fue creado a imagen y semejanza de Dios. ¿Soy Yo?,
tengo el derecho de crear mi propio Dios, el becerro de oro en medio de la
nada.
Una verdad que Tú y Yo construimos un becerro, que te lleva a
vivir en tú propia realidad, esclavo de los deseos y caprichos, matando la
estructura de la familia como principio de amor y humildad.
Un becerro de oro construido por las propias manos, el “símbolo
de la fecundidad, abundancia, energía y fuerza”. El derecho a disfrutar de lo que no es mío. ¿Soy
Yo?, de satisfacer las necesidades de la carne, la fuerza frente al inocente,
el ateísmo que mata a la vida con la razón, una energía de considerarse Dios de
sí mismo.
Es lo que estamos viviendo, las noticias diarias de muerte,
violencia. El enfrentamiento por dominar
a los ídolos: éxito, poder y dinero. La ceguera del hombre para vivir sin
discernimiento, vivir el momento de un consumismo, la necesidad innecesaria, de
experimentar el placer de la prostitución, perder la dignidad e identidad de
hijo de Dios.
Una prostitución que cala en la existencia del hombre, la
venta de la sabiduría por una insignificancia, el plato de frijoles, de saciar
la vanidad de vanidades, de imaginar que saldrá de la precariedad, el miedo de saber ¿Quién soy Yo?
Frente a esta realidad el único culpable es el hombre, sus falsos
conceptos e idolatrías vacías, sin vida. El intelectualismo de ser, sin el
compromiso de dar, servir.
Que muera la palabra cumplimiento y pueda nacer el temor de Dios, Sabiduría
no inteligencia, amor no compromiso, esperanza no miedo.
Es hora de construir familia y no becerros de oro,